Uno de los miembros de la familia más azotada por el conflicto interno colombiano, revela su dramática historia.
Por María Margarita Herrera Suárez
Cada uno de los colombianos ha sido, en cierta forma, afectado por el conflicto armado que vive el país, desde hace más de 40 años. Es muy raro hablar con un colombiano que no tenga alguna historia para contar referente a la guerra interna que vive el país.
Con quien sea que se dialogue, siempre tiene un familiar secuestrado, el padre de un amigo ha sido asesinado, algún conocido ha muerto en emboscada, él mismo ha sido desplazado por la violencia, o en el mejor de los casos alguien conocido ha sido extorsionado. Es un tema común, que ya ni siquiera sorprende cuando es comentado.
Conocer la paz
El otro día en una rueda de prensa que dio el cantante Juanes en España, decía: “quiero cantarle a la paz, nací en el año 1972 y aún no se cómo se vive en paz, mi país está constantemente en conflicto”. Este es el claro reflejo de que los jóvenes de ese país suramericano, no conocen lo que es vivir en armonía y disfrutar de todos los derechos que tienen los seres humanos.
Por más que los gobiernos han intentado acabar con la guerra interna que vive el país, ese objetivo ha sido prácticamente imposible, y más aun cuando ya no se lucha por un ideal y la defensa de un pensamiento, sino que lo económico es para la guerrilla un factor importante y en los últimos años fundamental. Su afán de continuar con el poderío económico basando su fuente de financiación en el narcotráfico, el secuestro y las extorsiones, los ha llevado a cometer atrocidades, como dejar a miles de familias sin alguno de sus miembros.
Familia de víctimas
Uno de esos tantos miles de casos es el de Juan Sebastián Lozada Polanco, quien no sólo ha tenido que soportar el secuestro de su madre, la ex congresista Gloria Polanco, plagiada durante 6 años, sino que también ha vivido en carne propia el asesinato de su padre por parte de la guerrilla, en momentos en que viajaban juntos en un carro, donde el joven resultó herido y se salvó milagrosamente. Además fue víctima también del secuestro, que afrontó durante tres años, junto a su hermano mayor Jaime Felipe.
Mediante la siguiente entrevista y a través de sus palabras, se pretende acercar al lector a un caso extremo entre los colombianos. Juan Sebastián ha tenido que pasar por todos y cada uno de los atropellos que cometen a diario las guerrillas en Colombia. Tatán, como le llaman cariñosamente sus amigos, cuenta cómo vivió su propio secuestro. Además relata cómo ha sido ese dolor de crecer sin la figura de un padre y tener lejos a su madre durante 6 años, sabiendo que ella se encontraba secuestrada, viviendo un terrible calvario.
Comenta además cómo percibe la evolución y el desarrollo de un conflicto que lo alejó de los jefes de su hogar, pasando a ser él, junto a su hermano mayor, las cabezas de la familia Lozada Polanco. También nos relata cómo recuerda a su madre antes del secuestro y en qué ha cambiado ese ser querido desde ese día hasta hoy que es libre.
Cuando junto a su hermano y su madre fueron secuestrados, Juan Sebastián tenía sólo 15 años de edad. Durante sus 3 años en cautiverio cumplió la mayoría de edad y el niño que tuvo que despedirse de su madre en la selva, se convirtió en hombre y además con claras ideas de seguir los pasos de sus padres e incursionar en la política.
Durante el tiempo que Gloria Polanco, la madre de Juan Sebastián, estuvo secuestrada, su hijo no hizo más que luchar por encontrar la manera de liberarla. Por supuesto uno de los días más felices de su vida, fue cuando Gloria recobró la libertad.
¿Cómo y cuándo se produjo su secuestro?
Juan Sebastián: “El 26 de julio de 2001, mientras el país entero (Colombia) celebraba el triunfo de su selección de fútbol 2 goles por 0 frente a Honduras y por consiguiente su paso a la final de la copa América, aproximadamente unos 50 hombres de la columna móvil ‘Teófilo Forero’ de las FARC irrumpieron en el edificio Torres de Miraflores de Neiva, hacia las 11 de la noche secuestrando a 15 personas dentro de las cuales nos encontrábamos mi mamá, mi hermano y yo. Para entonces tenia escasos 15 años de edad, y fui liberado el 13 de julio del año 2004, es decir 3 años después”.
Por María Margarita Herrera Suárez
Cada uno de los colombianos ha sido, en cierta forma, afectado por el conflicto armado que vive el país, desde hace más de 40 años. Es muy raro hablar con un colombiano que no tenga alguna historia para contar referente a la guerra interna que vive el país.
Con quien sea que se dialogue, siempre tiene un familiar secuestrado, el padre de un amigo ha sido asesinado, algún conocido ha muerto en emboscada, él mismo ha sido desplazado por la violencia, o en el mejor de los casos alguien conocido ha sido extorsionado. Es un tema común, que ya ni siquiera sorprende cuando es comentado.
Conocer la paz
El otro día en una rueda de prensa que dio el cantante Juanes en España, decía: “quiero cantarle a la paz, nací en el año 1972 y aún no se cómo se vive en paz, mi país está constantemente en conflicto”. Este es el claro reflejo de que los jóvenes de ese país suramericano, no conocen lo que es vivir en armonía y disfrutar de todos los derechos que tienen los seres humanos.
Por más que los gobiernos han intentado acabar con la guerra interna que vive el país, ese objetivo ha sido prácticamente imposible, y más aun cuando ya no se lucha por un ideal y la defensa de un pensamiento, sino que lo económico es para la guerrilla un factor importante y en los últimos años fundamental. Su afán de continuar con el poderío económico basando su fuente de financiación en el narcotráfico, el secuestro y las extorsiones, los ha llevado a cometer atrocidades, como dejar a miles de familias sin alguno de sus miembros.
Familia de víctimas
Uno de esos tantos miles de casos es el de Juan Sebastián Lozada Polanco, quien no sólo ha tenido que soportar el secuestro de su madre, la ex congresista Gloria Polanco, plagiada durante 6 años, sino que también ha vivido en carne propia el asesinato de su padre por parte de la guerrilla, en momentos en que viajaban juntos en un carro, donde el joven resultó herido y se salvó milagrosamente. Además fue víctima también del secuestro, que afrontó durante tres años, junto a su hermano mayor Jaime Felipe.
Mediante la siguiente entrevista y a través de sus palabras, se pretende acercar al lector a un caso extremo entre los colombianos. Juan Sebastián ha tenido que pasar por todos y cada uno de los atropellos que cometen a diario las guerrillas en Colombia. Tatán, como le llaman cariñosamente sus amigos, cuenta cómo vivió su propio secuestro. Además relata cómo ha sido ese dolor de crecer sin la figura de un padre y tener lejos a su madre durante 6 años, sabiendo que ella se encontraba secuestrada, viviendo un terrible calvario.
Comenta además cómo percibe la evolución y el desarrollo de un conflicto que lo alejó de los jefes de su hogar, pasando a ser él, junto a su hermano mayor, las cabezas de la familia Lozada Polanco. También nos relata cómo recuerda a su madre antes del secuestro y en qué ha cambiado ese ser querido desde ese día hasta hoy que es libre.
Cuando junto a su hermano y su madre fueron secuestrados, Juan Sebastián tenía sólo 15 años de edad. Durante sus 3 años en cautiverio cumplió la mayoría de edad y el niño que tuvo que despedirse de su madre en la selva, se convirtió en hombre y además con claras ideas de seguir los pasos de sus padres e incursionar en la política.
Durante el tiempo que Gloria Polanco, la madre de Juan Sebastián, estuvo secuestrada, su hijo no hizo más que luchar por encontrar la manera de liberarla. Por supuesto uno de los días más felices de su vida, fue cuando Gloria recobró la libertad.
¿Cómo y cuándo se produjo su secuestro?
Juan Sebastián: “El 26 de julio de 2001, mientras el país entero (Colombia) celebraba el triunfo de su selección de fútbol 2 goles por 0 frente a Honduras y por consiguiente su paso a la final de la copa América, aproximadamente unos 50 hombres de la columna móvil ‘Teófilo Forero’ de las FARC irrumpieron en el edificio Torres de Miraflores de Neiva, hacia las 11 de la noche secuestrando a 15 personas dentro de las cuales nos encontrábamos mi mamá, mi hermano y yo. Para entonces tenia escasos 15 años de edad, y fui liberado el 13 de julio del año 2004, es decir 3 años después”.
¿Usted fue secuestrado junto a su hermano y su mamá, pero después de un tiempo fueron separados, cuando ocurrió eso y por qué los separaron?
J.S.: “Una vez pasadas las elecciones legislativas, dentro de las cuales mi mamá obtuvo la más alta votación por la circunscripción electoral del Departamento del Huila y fue elegida Representante a la Cámara, los jefes de la guerrilla tomaron la determinación de cambiar las condiciones de secuestro de mi madre, dejando de ser extorsivo y convirtiéndose en un secuestro político, pues consideraban ellos que debido a su importancia podrían obtener un mayor rédito teniéndola como secuestrada canjeable, es decir con el fin de intercambiarla por guerrilleros presos en las cárceles de Colombia. El hecho en mención ocurrió el 14 de marzo del año 2002”.
¿Cuando a usted lo secuestraron tenía conocimiento de lo que significaba un secuestro?
J.S.: “Si, por supuesto. Desafortunadamente el triste precedente de ser uno de los departamentos con mayores índices de secuestros y de violencia en general, sumado a la situación coyuntural de vecindad con la zona de distensión, hacía que en la población tuviera un significado muy alto del problema del secuestro“.
¿Qué pensó usted en ese momento, a qué le temía, cómo logró soportar tanta angustia?
J.S.: “El ser humano es un animal de costumbres y realmente lo único que me importaba era volver a tener a mi familia reunida, por ello eran incontables las horas de zozobra vividas con relación al temor de que algún miembro de la familia muriera y no pudiera estar presente para ello”.
¿Cómo fue la convivencia con su madre y los demás secuestrados mientras estuvieron juntos en el mismo cautiverio?
J.S.: “Con mi mamá excelentes, creo sinceramente que su afecto maternal sumado a su madurez, valentía y entereza, nos permitieron soportar con estoicismo todos esos largos años de dolor. Como es apenas natural, se presentaban inconvenientes con los demás secuestrados pero la dramática situación hizo que los lazos de cariño y afecto se estrecharan mucho más y que nos convirtiéramos prácticamente en una gran familia”.
¿Cuando quedó en libertad, cómo recordaba a su mamá durante los años posteriores que ella estuvo en cautiverio, qué le preocupaba?
J.S.: “Me preocupaba su salud física y mental, me preocupaba que estuviera padeciendo de alguna enfermedad y sobretodo me agobiaba la incertidumbre propia de sus difíciles condiciones de cautiverio que me hacía pensar muchas veces que no la volvería a ver”.
¿Durante el cautiverio de Gloria, qué noticias tuvo de ella?
J.S.: “Una prueba de supervivencia que fue divulgada por todos los medios de comunicación nacionales e internacionales, y el testimonio de quienes compartieron cautiverio con ella como Consuelo González de Perdomo”.
¿En qué han cambiado su madre y ustedes después del secuestro?
J.S.: “Vemos la vida de una manera totalmente diferente a como la veíamos antes, en donde la familia tiene la más alta importancia dejando a un lado la preocupación por cosas insignificantes que muchas veces tienden a angustiarnos sin razón alguna”.
¿Usted está de acuerdo con la liberación de los secuestrados a través de un rescate militar?
J.S.: “Si se tuviera una certeza del 100 por ciento de que los secuestrados saldrían con vida de un rescate lo apoyaría, pero como sé perfectamente que no es así, prefiero que su liberación se lleve a cabo mediante métodos pacíficos y negociados que no pongan en riesgo la vida de los cautivos”.
¿Apoya un acuerdo humanitario para la liberación de los secuestrados, o considera que esto es perjudicial para lograr la solución al conflicto?
J.S.: “Creo que ese es el método más sensato para que aquellos héroes que desde hace tanto tiempo se están pudriendo en la selva retornen a sus hogares. Estados tan radicales con los violentos como Israel, han hecho uso de los protocolos de Ginebra para poder salvar vidas humanas que al fin y al cabo es lo que debe de tener la más alta prioridad en estos casos”.
¿Cree que hay alguna diferencia entre la guerrilla que hace 6 años lo secuestró a usted y a sus familiares y la de ahora que deja en libertad a su mamá?
J.S.: “Ninguna, siguen apelando a los métodos más inescrupulosos de violencia para amedrentar a la población colombiana y mundial que tanto los rechaza”.
¿Cómo percibe el conflicto armado que vive Colombia, que a usted le ha tocado sufrir tan de cerca?
J.S.: “Es un conflicto que tiene muchos matices pero que se ha degradado principalmente por la pérdida ideológica de los comandantes de la guerrilla, los cuales ya no tienen ningún interés en aquellos ideales que tanto defendían al momento de su nacimiento, sino que se han visto corrompidos hasta los tuétanos por el narcotráfico y por su ambición de poder. En ese sentido creo que se necesita de una combinación de formas de lucha de parte del Estado colombiano para retornarle la paz a los colombianos que la perdimos desde hace ya varias décadas, en donde deben golpearse todas las estructuras de la guerrilla (financiera, política y militar) para forzarlos a negociar, pues creo firmemente que la paz debe ser político-negociada, pero también soy consciente que para que las FARC acepten sentarse en una mesa de negociación deberán previamente sentirse seriamente diezmadas y golpeadas”.
¿Considera que la situación en Colombia ha mejorado gracias a la política de seguridad democrática del presidente Uribe?
J.S.: “Sin duda alguna creo que el presidente Uribe ha conducido al país al retorno de la confianza mediante el énfasis en la recuperación de la seguridad. La situación en Colombia ha mejorado muchísimo desde que la política de seguridad democrática del presidente Uribe comenzó a ser ejecutada”.
¿Cómo es hoy en día su vida?
J.S.: “Pese a contar con protección por parte del Estado, trato de que sea normal en todos sus aspectos. Trabajo en el Congreso de la República y aspiro a graduarme de Administrador de Negocios Internacionales en noviembre próximo. Por supuesto que las circunstancias han hecho que sea una persona muy dedicada a las relaciones familiares”.
¿Persiste el temor a que se repita el secuestro?
J.S.: “Nunca se sabe qué esté pasando por la mente de los malvados, por ello no descarto que ello pudiese suceder, sin embargo me atemoriza mucho más el pensar en un atentado terrorista como un carro bomba y que caiga dentro de él como una víctima mortal”.
¿Ha pensado en algún momento en incursionar en la política?
J.S.: “Es un tema que me apasiona y que llevo en la sangre. Sin embargo quiero formarme un poco más con el fin de cumplir una destacada labor el día que decida presentar mi nombre a consideración del pueblo para un cargo de representación popular”.
J.S.: “Una vez pasadas las elecciones legislativas, dentro de las cuales mi mamá obtuvo la más alta votación por la circunscripción electoral del Departamento del Huila y fue elegida Representante a la Cámara, los jefes de la guerrilla tomaron la determinación de cambiar las condiciones de secuestro de mi madre, dejando de ser extorsivo y convirtiéndose en un secuestro político, pues consideraban ellos que debido a su importancia podrían obtener un mayor rédito teniéndola como secuestrada canjeable, es decir con el fin de intercambiarla por guerrilleros presos en las cárceles de Colombia. El hecho en mención ocurrió el 14 de marzo del año 2002”.
¿Cuando a usted lo secuestraron tenía conocimiento de lo que significaba un secuestro?
J.S.: “Si, por supuesto. Desafortunadamente el triste precedente de ser uno de los departamentos con mayores índices de secuestros y de violencia en general, sumado a la situación coyuntural de vecindad con la zona de distensión, hacía que en la población tuviera un significado muy alto del problema del secuestro“.
¿Qué pensó usted en ese momento, a qué le temía, cómo logró soportar tanta angustia?
J.S.: “El ser humano es un animal de costumbres y realmente lo único que me importaba era volver a tener a mi familia reunida, por ello eran incontables las horas de zozobra vividas con relación al temor de que algún miembro de la familia muriera y no pudiera estar presente para ello”.
¿Cómo fue la convivencia con su madre y los demás secuestrados mientras estuvieron juntos en el mismo cautiverio?
J.S.: “Con mi mamá excelentes, creo sinceramente que su afecto maternal sumado a su madurez, valentía y entereza, nos permitieron soportar con estoicismo todos esos largos años de dolor. Como es apenas natural, se presentaban inconvenientes con los demás secuestrados pero la dramática situación hizo que los lazos de cariño y afecto se estrecharan mucho más y que nos convirtiéramos prácticamente en una gran familia”.
¿Cuando quedó en libertad, cómo recordaba a su mamá durante los años posteriores que ella estuvo en cautiverio, qué le preocupaba?
J.S.: “Me preocupaba su salud física y mental, me preocupaba que estuviera padeciendo de alguna enfermedad y sobretodo me agobiaba la incertidumbre propia de sus difíciles condiciones de cautiverio que me hacía pensar muchas veces que no la volvería a ver”.
¿Durante el cautiverio de Gloria, qué noticias tuvo de ella?
J.S.: “Una prueba de supervivencia que fue divulgada por todos los medios de comunicación nacionales e internacionales, y el testimonio de quienes compartieron cautiverio con ella como Consuelo González de Perdomo”.
¿En qué han cambiado su madre y ustedes después del secuestro?
J.S.: “Vemos la vida de una manera totalmente diferente a como la veíamos antes, en donde la familia tiene la más alta importancia dejando a un lado la preocupación por cosas insignificantes que muchas veces tienden a angustiarnos sin razón alguna”.
¿Usted está de acuerdo con la liberación de los secuestrados a través de un rescate militar?
J.S.: “Si se tuviera una certeza del 100 por ciento de que los secuestrados saldrían con vida de un rescate lo apoyaría, pero como sé perfectamente que no es así, prefiero que su liberación se lleve a cabo mediante métodos pacíficos y negociados que no pongan en riesgo la vida de los cautivos”.
¿Apoya un acuerdo humanitario para la liberación de los secuestrados, o considera que esto es perjudicial para lograr la solución al conflicto?
J.S.: “Creo que ese es el método más sensato para que aquellos héroes que desde hace tanto tiempo se están pudriendo en la selva retornen a sus hogares. Estados tan radicales con los violentos como Israel, han hecho uso de los protocolos de Ginebra para poder salvar vidas humanas que al fin y al cabo es lo que debe de tener la más alta prioridad en estos casos”.
¿Cree que hay alguna diferencia entre la guerrilla que hace 6 años lo secuestró a usted y a sus familiares y la de ahora que deja en libertad a su mamá?
J.S.: “Ninguna, siguen apelando a los métodos más inescrupulosos de violencia para amedrentar a la población colombiana y mundial que tanto los rechaza”.
¿Cómo percibe el conflicto armado que vive Colombia, que a usted le ha tocado sufrir tan de cerca?
J.S.: “Es un conflicto que tiene muchos matices pero que se ha degradado principalmente por la pérdida ideológica de los comandantes de la guerrilla, los cuales ya no tienen ningún interés en aquellos ideales que tanto defendían al momento de su nacimiento, sino que se han visto corrompidos hasta los tuétanos por el narcotráfico y por su ambición de poder. En ese sentido creo que se necesita de una combinación de formas de lucha de parte del Estado colombiano para retornarle la paz a los colombianos que la perdimos desde hace ya varias décadas, en donde deben golpearse todas las estructuras de la guerrilla (financiera, política y militar) para forzarlos a negociar, pues creo firmemente que la paz debe ser político-negociada, pero también soy consciente que para que las FARC acepten sentarse en una mesa de negociación deberán previamente sentirse seriamente diezmadas y golpeadas”.
¿Considera que la situación en Colombia ha mejorado gracias a la política de seguridad democrática del presidente Uribe?
J.S.: “Sin duda alguna creo que el presidente Uribe ha conducido al país al retorno de la confianza mediante el énfasis en la recuperación de la seguridad. La situación en Colombia ha mejorado muchísimo desde que la política de seguridad democrática del presidente Uribe comenzó a ser ejecutada”.
¿Cómo es hoy en día su vida?
J.S.: “Pese a contar con protección por parte del Estado, trato de que sea normal en todos sus aspectos. Trabajo en el Congreso de la República y aspiro a graduarme de Administrador de Negocios Internacionales en noviembre próximo. Por supuesto que las circunstancias han hecho que sea una persona muy dedicada a las relaciones familiares”.
¿Persiste el temor a que se repita el secuestro?
J.S.: “Nunca se sabe qué esté pasando por la mente de los malvados, por ello no descarto que ello pudiese suceder, sin embargo me atemoriza mucho más el pensar en un atentado terrorista como un carro bomba y que caiga dentro de él como una víctima mortal”.
¿Ha pensado en algún momento en incursionar en la política?
J.S.: “Es un tema que me apasiona y que llevo en la sangre. Sin embargo quiero formarme un poco más con el fin de cumplir una destacada labor el día que decida presentar mi nombre a consideración del pueblo para un cargo de representación popular”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario